domingo, 24 de octubre de 2010

El Triunfo de la Paternidad



Hablaba mi padre el otro día de un personaje ilustre. Acomodado en el sillón, con el brazo izquierdo rodeaba el respaldo y hacía aspavientos secos con la mano que le quedaba colgando, intranquila, cuando dejaba de hablar.
Y hablaba de un triunfador, y se le llenaba la boca al hacerlo. Y daba razones escuetas para describir el triunfo: "una cuestión de talento, iniciativa, decisión". Hablaba de aquel gran hombre como si en su vida, mi padre hubiera conocido a mucha gente de este tipo. Y yo pensaba, desde el otro sillón, con mis brazos reposados al azar sobre mi cuerpo, qué vida era aquella que mi padre había vivido sin mí. Y observaba sorprendida, ya sumida en otro tempo, con su voz de fondo en el salón, que su vida más valiosa no se encontraba en la retahíla de anécdotas elegidas que me pudiera contar, sino que estaba en su habla misma, en la experiencia tranquila que transforma al hombre cuando ha sido conducido con trasiego hasta la pasión por las cosas.

Pienso últimamente en mi padre más que de costumbre, supongo que por el triunfo, también.